Nunca quise tener una, y nunca nadie que haya compartido cama y trozo de vida conmigo se planteó siquiera la remota posibilidad de engendrarla, pero una noche mi hija nonata, tan lista como su puñetera madre, se sentó en mi regazo, y me preguntó:
- ¿Es difícil vivir, Papá?
Así, con esa naturalidad de volverse loco que su madré le regaló. Los mismos labios ágiles y atrevidos.
- Mucho. - y la sonrisa se me escapó melancólica.
- ¿Y... merece la pena?
- ... En realidad, no. Pero en tu mentira, sí. Lo difícil es eso: buscarse una mentira y creérsela.
- ¿Sólo una?
- ¡Qué va! Sueles tener que estar mintiéndote toda la vida, si no, no hay manera. Poco a poco puede que encuentres la que mejor te queda, pero lo divertido es simplemente buscarla.
- Ah.
No sé si quedó convencida, pero se me bajó del regazo y yo pasé un buen tiempo recordando todas mis mentiras. Y volvió a escaparseme una sonrisa melancólica.
Quemado por {YgNeO} a las 7 de Diciembre 2004 a las 02:21 AM en Buenas Noches | TrackBackTomate un ron; es el bicarbonato de la vida.
Escrito por Ángela a las 9 de Diciembre 2004 a las 06:40 PMEso fue lo que quise responder a mi no-hija. Pero me preocupa que se convierta al alcoholismo antes de tiempo. Si es que soy un no-padrazo...
Escrito por YgNeO a las 10 de Diciembre 2004 a las 12:42 PMEl ron y las mentiras, buen motor de vida, sí.
Escrito por María a las 10 de Diciembre 2004 a las 06:12 PM http://mranemia.blogspot.com, no te digo na