Un sueño es levantarse una mañana hecho todo un Cortázar, comprender con el día que ayer la pasaste con M pisando fango y tragando sol en lo que queda de marismas un poco más allá del centro comercial, pero que M era todo el tiempo L y cuando levantaste la mano para mostrarle a M dónde estaba tu casa, M sabía perfectamante dónde estaba y era L quién no lo sabía, quién no está es L. Llegar luego a casa y apartar las ecuaciones y pasar la noche arañando un texto que no sirve de nada, que sabés que no sirve de nada, cómo vas a escribir qué sabés, qué pensás, todo lo que confundís, si sabés que no sabés nada de nada y hasta esto ya lo dijo un griego pelotudo hace tantísimos siglos. Así que como de un sueño, despertarte y para siempre estas pavadas en la cabeza, che, todo el tiempo confundiendo tiempos verbales y personas a tu lado hasta que acabás harto pensado sería un sueño levantarse una mañana hecho todo un.
vocación.
(Del lat. vocatĭo, -ōnis, acción de llamar).
3. f. coloq. Inclinación a cualquier estado, profesión o carrera.
Mi vocación profunda es convertirme un personaje de Paul Auster. Ser un personaje de una novela de Auster es un estado, no es una profesión, no tienes que complacer a Paul con ocho horas diarias de ningún tipo de trabajo. Solo caes entre las páginas y te dejas llevar, despreocupado del dinero - por alguna razón coherente y sencilla tienes todo el que necesitas - y ahora sí, atragantado de azar, sólo dejarse llevar, tender hacia, hacer nada, todo el tiempo.
Qué vida, che, ni Oliveira.
Cuando los famas salen de viaje, sus costumbres al pernoctar son las siguientes: Un fama va al hotel y averigua cautelosamente los precios, la calidad de las sábanas y el color de las alfombras. El segundo se traslada a la comisaria y labra un acta declarando los muebles e inmuebles de los tres, así como el inventario del contenido de sus valijas. El tercer fama va al hospital y copia las listas de los médicos de guardia y sus especialidades.Terminadas estas diligencias, los viajeros se reúnen en la plaza mayor de la ciudad, se comunican sus observaciones, y entran en el café a beber un aperitivo. Pero antes se toman de las manos y danzan en ronda. Esta danza recibe el nombre de «Alegría de los famas».
Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: «La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad.» Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios.
Las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y son como las estatuas que hay que ir a ver porque ellas no se molestan.
Historias de cronopios y de famas. Julio Cortázar.