Si ahi llueve, aqui el cielo chilla colores de esos que atraviesan tus haces nerviosos para llegar a tu cerebro y susurrarle a tu consciente: "Hace un día hermoso".
Y mis sabados nunca tendran prisa por ser domingo. Se deslizarán reptando hacia ese día -inútil día- que tanto odio, tras trepar la montaña escarpada del sabado noche ( pero sin fiebre, por favor).
De venecia, prefiero no hablar. Triste-cruel recuerdo, porqué no pudo ser todo odioso para barrerlo de mi mente como una mota de polvo gigante e incomoda, en vez de seguir taladrandome el cerebro de puro místico todo aquello, cercenandome oníricamente todas las noches la cabeza que lleva tallado el coraje de lo bello.
Tus descargas de adrenalina son mis caricias endorfínicas. Tus historias y las mias, nada que ver. Lo que es el pasado de mi recuerdo, es tu presente contínuo, cabron. Y es que te leo y te releo, y te siento aquí al lado... cuando estás tan lejos.